viernes, 29 de octubre de 2010

"Controlados por los Dioses"

Personajes:
Elio (de origen griego“Se fija metas y hace lo imposible por llegar a ellas”).
Vimarí (del danés, “Llorar”).
Artatlán (de origen húngaro “inocente”).
Akil (origen árabe “Inteligente, que usa la razón”).

Época: Hacia el siglo X a.C. cuando se empieza a dar el sedentarismo entre los humanos.

Explicación: La existencia de los sentimientos en los seres humanos.

Mito:

Hace muchísimo tiempo, la Tierra, ya habitada por los humanos, quienes no tenían ningún grave problema de disputas entre ellos, estaba controlada principalmente por Dioses, los cuales además dominaban los cielos.
Los Dioses decidieron influir en la vida de los humanos para controlarlos debido a que no los veían capaces de organizar su forma de vida de una forma adecuada, se daban cuenta de que eran cuerpos que luchaban por sobrevivir en un planeta demasiado rico en diversidad, pero sobre todo les empujaba a ejercer esta influencia una razón, el temor a que algún día unieran sus fuerzas a la de los animales y lograran alcanzar los cielos, provocando así un desastre en su mundo ideal e incluso llegando a encontrar la manera de arrebatarles su dominio absoluto.
Para evitar esto, se aprobó una idea que propuso un Dios llamado Elio, una tarde en la que Akil, el único Dios de su cielo con aspecto de anciano, por eso considerado más sabio, no estaba en las cercanías para obligarles a cumplir con sus obligaciones como Dioses. Estaban reunidos en el manantial Abdagra (agradable), uno de los sitios predilectos por ellos, para reflexionar, debatir e incluso dedicarse a la lectura, pero en esta ocasión estaban allí simplemente por el agradable sonido que emite el agua a caer por los diferentes recovecos entre las rocas y para sentir la suave brisa originada por los árboles mientras charlaban de cualquier cosa sin sentido hasta llegar a alguna nueva guerra de poderes entre ellos o a un acuerdo sobre qué modificar en alguno de sus cielos o en la Tierra.
Esa vez al llegar a Abdagra se limitaron a rodear los árboles más altos caminando en silencio y lentamente. Mientras pasaban por delante de una pequeña cascada, Elio se quedó mirando el agua cristalina, intentando divisar el fondo, miró y miró con tanto interés que vio más allá de las nubes y vio la superficie del planeta Tierra, para ellos denominado Mansûr (“ayudado por los dioses”). Los demás no le prestaron atención, unos se metieron en el agua a gozar de un buen baño y otros se sentaron cerca a hablar de diversos temas. Mientras, Elio decidió acostarse junto al agua para observar a los humanos en la Tierra, como eran muchos, decidió fijarse en una pareja de niños que jugaban cerca de un río -los niños habrán sido mandados por alguien a buscar agua potable- supuso Elio. Los niños corrían hacía el río con dos cubos vacíos cada uno, cuando ya estaban junto a la orilla, bajo un gran árbol, la niña, llamada Vimarí empujó con brusquedad al niño, Artatlán quien cayó al suelo con la mala suerte de caer encima de una roca que le hizo daño en el costado. La niña, tras empujarlo se limitó a llenar su primer cubo de agua y no mostró ninguna emoción cuando vio que el niño tenía un arañazo del cual salía ahora sangre. Después de ver esta escena, Elio decidió que debía hacer algo y sin pensarlo dos veces, dio un suspiró que le bastó para abrir un claro entre las nubes por el cuál hizo caer el agua que venía de la cascada en forma de lluvia a Mansûr mientras proclamaba que todo ser humano que tuviera contacto con una sola gota de esta agua, se sentiría culpable por cosas incorrectas que hubiera hecho. Tras esto, Elio siguió mirando a Vimarí y comprendió que no se mojaría ya que las hojas del árbol impedían el paso de la lluvia. Vimarí empezó a llenar el segundo cubo y cuando lo sacó del agua, vio que Artatlán también estaba llenando su segundo cubo y que había empezando a llover, así que decidió sentarse en el suelo, con la esperanza de que parara la lluvia. Al ver tanta agua a su alrededor, sintió sed, y miró hacía el agua de dentro de los cubos de Artatlán y sintió un impulso de querer beber parte del agua para que así no tener que volver a llenar su cubo y se dispuso a hacerlo, se acercó sigilosamente, inclinó uno de los cubos y empezó a beber, mientras tanto, Elio mostraba una gran sonrisa desde el cielo. Al tercer buche, Vimarí dejó el cubo en la posición en la que estaba antes de beber y miró a Artatlán y vio que tenía sus manitas sobre el costado como señal de dolor y acto seguido, empezó a notarse las mejillas húmedas, de sus ojos salía ahora el agua que acababa de beber, estaba llorando por primera vez. Se acercó a Artatlán, le dio un beso en la frente y le pidió que la perdonara. Artatlán sonrió y le dijo que no importaba, que apenas le dolía y le hizo una señal para que sentara a su lado y ahí estuvieron hasta un rato después, cuando paró la lluvia y volvieron casa.
Después de esto, Elio, se puso de pie y dijo a los demás Dioses que había encontrado la manera de que los humanos tuvieran más difícil acceder a los cielos, algo con lo que tendrían que vivir toda su vida y que él ya había empezado el proceso para conseguir esto y que a su logro, quería bautizarlo como “remordimiento”. Les explicó que lo que harían sería una especie de obstáculos que no podrían controlar los humanos porque sería cosa de ellos, de los Dioses, y para que lo entendieran mejor les narró lo sucedido con Vimarí y Artatlán.
Cuando Akil regresó, Elio le narró con detalle todo lo sucedido, y Akil, que había estado en muchos cielos le dijo a Elio que en uno de los idiomas que había aprendido, “obstáculos” se traducía con la palabra “sentimientos” y Elio decidió nombrarlos así también.

Abdagra:



Johanna D.P.


Curso 2010-2011

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