martes, 2 de noviembre de 2010



El mito de la envidia


Personajes: Acantha (personifica la ingenuidad) y su hermana Ianthe.
Época: s.VIII a.C., año 780.
Lugar: Grecia.


Hace muchos siglos, en una pequeña ciudad de Grecia, nacieron dos hermanas, Acantha e Ianthe. Con el paso de los años fueron creciendo y cambiando, y con el tiempo también cambió su relación: si de pequeñas eran inseparables, ahora no se podían ver.
Una de ellas era más guapa que la otra: Acantha era la mujer más bella de toda Grecia, cosa que su hermana no llevaba demasiado bien. Siempre tenía pretendientes esperándola fuera de la casa. Le traían flores, regalos, joyas… y todo tipo de detalles para conquistarla.
Aunque ése era el mayor motivo por el que Ianthe sentía unos extraños celos hacia su hermana, también se podría decir que Acantha era “la preferida” de sus padres, todo lo hacía bien, era la hija perfecta.
Ianthe siempre había intentado acabar con todas las relaciones de su hermana, ningún novio le duraba. Su hermana siempre se encargaba de que nada le saliera bien, tanto en el tema del amor como en el resto de cosas que hacía.
Pero un día, Acantha conoció a su chico ideal, era guapo, bueno, amable (vamos, de los que ya no quedan), un chico inteligente y que además era un buen partido, según sus padres.
Así que al cabo de un tiempo, decidieron dar a conocer que se iban a casar. Al enterarse su hermana Ianthe no se pudo aguantar y decidió hacer algo para impedirlo, como siempre hacía.
Decidió hablar con sus padres para que lo impidieran, pero al ver que no le hacían caso optó por hacerlo ella misma.
La noche anterior a la boda, justo antes de que se despertaran todos, se coló en la habitación Aristo, y junto al desayuno que habían dejado allí los sirvientes colocó una pequeña taza que para él tenía que contener Té, pero que en realidad había llenado con un veneno bastante eficaz.
Era la hora de la boda, y como veían que no llegaba el novio decidieron ir a buscarlo a su habitación y se econtraron con lo que menos esperaban: el cuerpo del muchacho yacía ya sin vida cuando lo encontraron.
Acantha estaba destrozada, no sabía como había podido pasar algo así, y su hermana detrás observaba lo que había causado.
Atormentada por la carga que llevaba decidió quitarse la vida ella también, pero no sin antes dejarle a su hermana una explicación de todo lo que había pasado.

Querida Acantha:
Siento mucho hacerte pasar por esto, pero quería que antes de que me fuera supieras la verdad. Fui yo quien mató a tu novio, lo siento, lo siento de verdad.
Sé que no me entenderás y entiendo que no lo hagas.
Ni yo misma se por qué lo he hecho… no tengo muchos motivos que lo expliquen. Nunca he soportado verte brillar, así que de una forma u otra siempre he intentado que no lo hicieras.
Sé que no es razón y que no podrás perdonarme, así que por eso he decidido acabar con mi vida para al menos pagar de alguna forma lo que te he hecho.
Ahora me doy cuenta de todo el daño que puede hacer la envidia.
Lo siento muchísimo.


Patricia M.G.

Curso 2010-2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario