jueves, 27 de octubre de 2011

La Muerte.

Titulo: La muerte
Explicación: El por qué la gente muere.
Personajes: Yacusto, Esfermites, Fericto, Mariclata, Jarvan, Karthus, Lisacrito, Linvala.
Época: Año 2 a.c, Siglo |
Lugar: al norte de Irlanda, Alara, reino de los dioses.


La Muerte.
Eran tiempos difíciles para los dioses. Los humanos, llenos de narcisismo y prepotencia, creyéndose dioses por su condición de inmortales, y con complejo de dios sin poderes, estaban agotando la paciencia de Esfermites y los demás dioses, Fericto, dios del Amor, Mariclata, diosa de la guerra, Jarvan, Dios del sol, y demás compañía.
Esfermites era el dios de lo supremo, de lo irreal, de todo y de nada, era el padre de todos los dioses, y estaba enfadado. Esos insolentes humanos estaban descontrolados, no hacen más que comer, practicar el coito, y dormir, pues, a pesar de que envejecen, la muerte no está acechando sus vidas.
Un día, nació un niño, Lisacrito, en el pueblo de Innistrad. Tenía cierta malformación, pero debido a que su madre lo escondió durante un tiempo pudo seguir adelante. No fue un niño feliz, su infancia estuvo marcada por la discriminación, en su poblado, no había nadie con malformación, por lo que a los niños les resultaba gracioso y las burlas hacía él fueron bastante acusadas, a lo que él, acabo acostumbrándose.
Consiguió, a los 18 años, terminar de aprender artesanía, puesto que era lo más adecuado para él y lo que le había entusiasmado. Montó su propia tienda a los pocos años, pero, a pesar de su talento, nadie entraba, era la tienda del monstruo, no era aceptado, y eso era irremediable. El odio que estaba siendo desarrollado por Lisacrito, empezaba a ser desmesurado, odiaba a la raza humana, esa especie inmortal llena de complejos ocultos y con la creencia de ser el ser supremo. Sí los odiaba, y eso despertó la curiosidad de Esfermites. Quería un dios de la muerte, alguien que les hiciera ver a esos humanos quiénes mandaban, pero no era tan sencillo, debería de haber un odio mayor, monstruoso, que diera miedo a la misma Mariclota y que hiciera temblar a la misma Alara.
Mariclata, consiguió que los Pobladores de Innistrad entraran en guerra con los de un pueblo, con el que habían tenido algunos roces antiguamente, Lorwyn. Allí, Lisacrito, como todo innistrense mayor de 22 años, y menor de 40, fue a la guerra.
La experiencia al principio no fue del todo como esperaba. Nadie lo discriminó, ni lo miro de una manera que le hiciera parecer distinto. No, nadie. Todos estaban allí por la misma razón, luchar por su patria, por su pueblo, por su honor, y por no morir. Lo que ellos no sabían es que a Lisacrito no le importaba morir (aunque sabía que eso no era posible), no tenía nada por lo que vivir, por lo que, si moría, tampoco nadie lo echaría en falta. Entre batalla y batalla, conoció a la única guerrera de toda Innistrad, Linvala. No era la más bella, pero a él le bastaba, él no era siquiera agradable a la vista, pero se enamoró de su forma de ser, y todo esto, por obra de Fericto. Fueron juntos a la batalla. Allí, Lisacrato descubrió como matar a las personas. Las personas realmente sí morían, pero sólo si les arrancabas su corazón, por eso nadie moría de viejo, ni cuando lo apuñalaban por la espalda, ni cuando caía por un barranco, por eso nadie moría, porque nadie les arrancaba el corazón. Las guerras consistían más bien en dejar cuerpos desmembrados e inútiles para la eternidad en el lugar que en matar gente.
A Lisacrito se le consideró un diablo, había descubierto como matar a la gente, y al terminar la guerra, ganada por sus artes, acaban con su vida, y con la de Linvala, pues fueron considerados entes demoniacos y malignos que traerían el mal a Innistrad. Lisacrito murió con un odio guardado, enorme hacía la humanidad, pues siempre lo habían tratado mal, desde la infancia, hasta cuando terminan con su vida.
Lisacrito es enviado a Alara cuando muere, cosa que él no entiende donde está, ni quiénes son esos extraños hombres y mujeres que hay enfrente.
Esfermites- Lisacrito, soy Esfermites, dios de todo, y, has sido seleccionado para ser el dios de los muertos, el que guía a las almas, y mata a las personas, que, aunque no hayan muerto, les llegó su hora hace ya un tiempo-.
Lisacrito- Pero ¿Y todas estas personas? ¿Quiénes son? ¿Y dónde estoy?-.
Esfermites- Es el consejo de dioses, y estas en Alara, nuestro reino. Has sido elegido por no ser tan arrogante como los demás humanos, y por el trato recibido a lo largo de tu vida.
Lisacrito- Oh, gracias ¿Pero, qué tengo que hacer?
Esfermites- Bien, de ahora en adelante te llamaras Karthus, y no tendrás otro trabajo de hacer que el de comunicarle a la gente que ha muerto, arrancarles su corazón, y llevar su alma al Inframundo, reino deshabitado hasta ahora-.
Lisacrito-Está bien, creo que no me queda otro remedio, cumpliré mi cometido.
Y así Lisacrito cumplió su cometido como la muerte, eternamente, según la mitología Innistrense.

Óscar G.M.

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