martes, 10 de noviembre de 2015

El mito del alma

alma.jpg

  • Personajes:

  • Eleda: Dios creador de todo lo existente, de lo visible e invisible. (Creador en yoruba)
  • Alaya: hija de Eleda
  • Anciana pitonisa: Zheda
  • Los  ohara: pueblo hijo del dios Eleda.

  • Época: Aproximadamente hace unos 8.000 a. C
  • Lugar: Desconocido

    En un lugar ahora inexistente, cuya localización aún está sin averiguar, había una tierra de verdes prados y con altas y majestuosas montañas, donde el dios todopoderoso Eleda observaba siempre, día y noche y solo descansaba cuando el Sol se volvía negro. En ese remoto lugar, habitaba la aldea de un pueblo, quienes eran  fieles veneradores de su dios. En ese pueblo habitaba una pequeña niña llamada Alaya de unos ojos azules tan claros como las aguas cristalinas de los ríos, cuya  piel era del mismo tono que el suelo de su fértil tierra y el cabello tan oscuro como el cielo nocturno. Cuando nació, la mujer más anciana (y por lo tanto más sabia de la tribu) supo que esa criatura era especial pero a pesar de todos sus intentos de hallar cuál era su privilegiado destino, no lo consiguió. Entendiendo así que Eleda no quería desvelar el poder que otorgaba aquel bebé.
  En la noche donde Eleda descansaba, la pitonisa anciana desafió a su dios y salió  en busca de la joven criatura, la sacó de su lecho y se la llevó a la montaña más alta. Una vez allí posicionó a la pequeña de ojos azules bajo el manto de estrellas, esperando a ver a través de sus ojos el destino que la guardaba. Cuando Alaya abrió los ojos, Zheda miró dentro de ellos a espaldas de Eleda y ellos pudo ver un leve destello, como una luz que vivía dentro de ellos y la sabia pitonisa se sintió extrañamente observada.
-Quién eres ser?- Le preguntó a aquella cosa. -¿Qué haces dentro de esta niña?
Mas no hubo respuesta, la anciana notaba que había algo más dentro de esos ojos azules.
  Muchos años pasaron, sin saber que destino acarrearía la luz presente en Alaya pero aún así Zheda no se daba por vencido, había quedado en una profunda obsesión por saber lo que escondía aquella niña.
  La pequeña Alaya crecía y mientras eso ocurría, presentía que cosas extrañas pasaban. Al dormir, era como si una parte se desprendiera de su cuerpo y pudiese actuar como un dios por una noche. Podía sobrevolar el cielo nocturno y observar a través de sus ojos de una forma que nunca había hecho, podía apreciar a las personas pero de una forma distinta como si una sombra negra se cerniese sobre ellos más parecido a como si tuvieran un agujero dentro de ellos donde sólo había una profunda oscuridad.
  Pasaron varios soles más y tantas otras lunas cuando en un momento dado, el dios Eleda envió una plaga devastadora al poblado en la cual ningún niño se salvaba y ocurría así: todas las noches, sin saber el cómo ni el por qué, un niño dejaba de respirar mientras dormía. Ante aquel devastador castigo de su omnipotente dios, todo el poblado buscó la forma de acabar con ella, pues su dios nunca había creado ninguna otra vida después de aquella para sus hijos, no había ningún tipo de cielo o paraíso reservado para ellos.
  En busca de una desesperada respuesta, Zheda llevó a la niña de nuevo a la montaña más alta pero esta vez con Eleda observándola.
  • Dios Eleda, no sé qué hemos hecho para merecer tal castigo. Hemos sido siempre fieles servidores pero deja a los niños vivir, pues son la promesa de futuro de este pueblo, pero tómanos a mí, que he vivido más que las criaturas que nos arrebatas, y a Alaya cuya hija le has aportado un don divino y este debe ser devuelto.
El dios Eleda observó ante aquella petición y se compadeció de sus hijos. Dejó a la sabia Zheda vivir pero debería tomar una decisión: tendría que elegir entre matar a un ser tan puro e inocente para descubrir por fin el secreto que guardaba su dios o podía elegir dejarla vivir dejando para siempre su obsesión. Pero cada decisión conllevaba una condición: si decidía acabar con la niña, el hombre estaría condenado a la mortalidad y a llevar una única vida pero si decidía dejarla vivir el destino del hombre cambiaría.
  Zheda reflexionó durante un largo tiempo y decidió, muy a su pesar, dejarla con vida. La pequeña de repente comenzó a llorar y cuando la pitonisa puso la mano sobre su frente vio que esta ardía. Sin llegar a comprender por qué su dios la había engañado, dio vueltas buscando una solución para mantenerla con vida hasta que la niña dejó de llorar de forma repentina. Zheda se acercó lentamente hasta ella con ojos llorosos pues el hombre estaba condenado pero, de la boca inerte de Alaya, salió aquella luz que ella había visto bastante tiempo atrás cuando la niña era solo un bebé. Es luz ascendió haciéndose cada vez más grande, hasta que se dividió en pequeñas bolitas de luz y se dispersaron entrando a cada dormitorio de cada niño del poblado. Zheda observó sorprendida y comprendió que la luz que habitaba en aquella niña inocente era el regalo de Eleda hacía el hombre, donde la nueva generación tendría la oportunidad de llevar otra vida más allá de esa.

Sheila S.G.

5 comentarios:

  1. Hija mía tu relato es precioso, me gustó como planteas las cosas, es una buena historia para explicar la creencia de otra vida más allá de esta o simplemente leerla como entretenimiento. Vuelvo a decir que es preciosa y que me gustó mucho. Te felicito ;)
    Guacimara C.C

    ResponderEliminar
  2. Un mito muy bonito y me encanta como haz enlazado todo. Había partes que a mi entender no estaban bien explicadas, pero también yo me pierdo mucho, pero se ve claramente como se creo el alma. Deberías escribir más a menudo, seguro escribirías historias fascinantes.

    Lucía B.G.

    ResponderEliminar
  3. La historia es excesivamente bonita, tiene mucha inventiva pero está narrada de manera muy clara, dando una explicación concordante a cada mínimo detalle que la narración presenta a modo de no dejar "cabos sueltos" que luego no se puedan comprender. Me parece bien que la redactora haya tenido en cuenta ese detalle que parece mínimo pero puede o no dar sentido a la historia. Me sorprendió la complejidad y al mismo tiempo la claridad de la historia, el texto está muy bien logrado. Me encantó.
    Macarena R.S.

    ResponderEliminar
  4. Desglosando un poco este mito y yendo por partes, mi percepción es que quizá cuesta un poco mantener el hilo de la historia, ya que estéticamente no es lo que viene siendo llamativo. No hay una división de párrafos, comas y diálogos debidamente colocados.

    La información se confunde un poco y en algún momento has cambiado el género de un personaje, lo que me ha descolocado un poco. Sin embargo, la temática de este mito es muy original, al igual que los nombres. La caracterización de los mismos también ha estado bastante bien, y el desenlace me ha gustado mucho.

    Dejando a un lado los errores gramaticales y algún despite ortográfico, está muy bien.


    Davinia A.P

    ResponderEliminar
  5. Solo puedo decir que me hubiera gustado que la niña viviese; pero si su sacrificio, hace que exista las demas almas, podre perdonar esa perdida; otra cosa positiva que te tengo que decir es que tienes una creatividad asombrosa, me encanta tu redaccion.
    Enelis N.D.L.

    ResponderEliminar